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May 13, 2008

Acentos y desarraigo

Posted in: Personal

Ha sido hoy que por casualidad, mientras leía una nota que había escrito para mi mismo, me di cuenta que estoy acentuando las palabras de la manera que se pronuncian aquí en Uruguay.

El tema del acento me ha tenido en jaque mucho tiempo. Después de haber vivido 26 años en España es normal que me identifique con ese país (a pesar de apellidarme Kobylanski Gibson y haber nacido en Buenos Aires) y cuando llegué a Uruguay hace algo menos de cinco años me prometí esforzarme por mantener el acento. Hay días que parece que lo consigo y otros que no tanto, pero no fue eso lo que me puso en jaque, sino que fue mi hijo de dos años y medio, que ya habla bastante bien, el que me puso los pies en la tierra con sus: !vení!, acá, bajá y especialmente con su shhhho y su shhhha (yo y ya).

Creo que es momento de ir aceptando realidades, que dejé España atrás y que por más que lea El Mundo a diario y siga con fervor a la selección y al Atlético de Madrid, eso quedó atrás, estoy aquí y sin planes de volver (por ahora). Mis hijos han nacido aquí y sin pretenderlo he continuado una tradición, ya que son la cuarta generación que se va a criar en un país distinto que en el que se criaron sus padres.

No sólo eso, sino que además de orientales (como se autodenominan muchos uruguayos) les hemos dado la nacionalidad alemana (de la madre), aunque creo que es mejor no hurgar en los detalles que me llevaron a tomar esa decisión.

Podría parecer que todo esto que cuento es curioso o interesante, pero en realidad fue desconcertante, al menos para mi. Es duro sentirse desarraigado, no es fácil no tener claro cuál es tu patria, tu ciudad, tu barrio. Me costó mucho, o mejor dicho, me lo pusieron difícil en su día poder sentir eso por España, por Madrid o Pozuelo, porque, pese a que todo ha cambiado mucho en los últimos años, en un entorno en el que todo el mundo se llamaba José, Pablo, Juan o el nombre castizo que corresponda no era fácil ser Walter Kobylanski y el sentimiento de pertenencia siempre será difícil consolidarlo sin la aprobación de quienes te rodean.

A los 18 años llegó el día que me tocó jurar la bandera, recibir la carta del servicio militar 15 días después (para que luego digan que la burocracia no es eficiente) y conseguir salvarme por los pelos. Después de ese momento seguía gritando igual cuando Kiko, Raúl o el seleccionado que correspondía metía un gol o cuando Zubi se los dejaba meter, pero ayudó, ese maldito papelito terminó de solidificar el sentimiento.

Por otro lado, me gusta de Uruguay que todos somos descendientes de no uruguayos (si subimos 2 o 3 generaciones), lo que nos hace más iguales a todos y, coincidencias de la vida, eso es porque los españoles en su momento lograron que este sea el único país sudamericano sin población indígena después de exterminar a los charrúas. Es casi irónico, que el país que siempre me negó poderme sentirme 100% parte del mismo haya favorecido, en el pasado, que ahora me sienta cómodo aquí.

Me pregunto, dentro de 20 o 30 años, si sigo vivo y en Uruguay, ¿me sentiré uruguayo?. No creo.

Eso no signfica que no quiera este país, el aprecio existía antes de radicarme aquí, pero mi conclusión es que somos del lugar que nos crió, en mi caso España y en el de mis hijos probablemente Uruguay, algo que me reconforta, porque tengo la certeza que aquí, te llames como te llames o tengas el color de piel que tengas, es más fácil ser uno más.

Albergo la esperanza que mis hijos no pasen por lo mismo, pese a que estamos convencidos que en cierta forma repetiran nuestra historia. La esperanza surge porque hay quienes parecen haber logrado sentirse ciudadanos del mundo y porque Uruguay es la tierra prometida de los desarraigados de habla hispana.

Yo intenté sentirme cosmopolita y no pude. Mientras esté aquí seré un orgulloso gallego (calificativo que los uruguayos dan a los españoles, sean de Galicia o no) y de hecho, probablemente nunca consiga sentirme más español que viviendo en Uruguay mientras, poco a poco, pierdo mi tan querido acento.

Colchonero y desarraigado, la parte triste de mi vida. ;)


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